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El ser humano es una máquina perfecta.
Bien se encargan los anuncios de coches y los programas matinales de televisión Española en recordárnoslo siempre que pueden. Y tan cierto es, cómo que nuestro cerebro funciona de una manera muy concreta siguiendo los mismos patrones para todo ser humano.

Todos los niños del mundo, nazcan en el entorno que nazcan, suelen jugar a los mismos juegos sin importar su estatus social. Esconderse, correr para atrapar al compañero, montar cosas imaginarias, lanzar objetos, o simular situaciones de la vida real, ya sean con muñecos o escenificándolas.

En el fondo todos funcionamos igual, porque es lo que nuestra genética quiere que hagamos. Quiere que de bien pequeños aprendamos las bases para sobrevivir, a sobrevivir como lo hicieron nuestros antepasados durante cientos de miles de años donde el entorno no era tan 'agradable' como el actual. Y es por ello que aprendemos a escondernos o a correr de cara a evadir el peligro, a buscar a alguien escondido para encontrar a esa presa y luego poder cazarla corriendo, lanzándole algo o tendiéndole una trampa.
Nos sirve para inventar nuevas armas o mejorar nuestras chozas. Nos sirve imaginar situaciones para poder afrontar luego las relaciones sociales entre tribus vecinas, o para encontrar pareja. Incluso nos sirve para aprender a criar a nuestros hijos y sus cuidados.

Pero, ¿y esto porqué?

Pues porque la naturaleza es muy sabia, y nuestro cerebro tiende a recompensarnos con sensaciones agradables siempre que hagamos algo que nos vaya a ayudar a mejorar en cualquiera de esas situaciones. Si haces deporte, el cuerpo al terminar el ejercicio te recompensa soltando Dopamina en sangre, y así te quedas más a gusto que un arbusto y con la sensación de querer repetir.

Este mismo mecanismo se desencadena cuando conseguimos algo tras mucho esfuerzo, o al resolver un puzzle o acertijo, apuntar a algo y acertar, etc.. Es la manera que tiene nuestro cuerpo de decirnos, tú si que vales.

Y es este mismo mecanismo, lo que sienta las bases de lo que en un videojuego llamamos gameplay .
Es por eso que los FPS funcionan tan bien. El ritmo es endiablado y a todos nos gusta apuntar (especialmente a los hombres). Quien no ha tirado una piedra a una lata y cuando le ha dado hatenido un subidón, eh!
Es por eso que los Sims funcionan tan bien. Especialmente en mujeres, porque cuidamos(o no) de alguien y simulamos situaciones de la vida real.
Es por eso que los pokemon o el sistema de logros funcionan tan bien. Queremos encontrarlos todos y coleccionarlos. No nos importa perder horas en algo tan trivial como recolectar monedas en un juego porque internamente es bueno para el ser humano, tener la paciencia de perder tiempo recolectando. A ver si no quién es el listo que sobrevive en invierno sin haber ido al bosque antes a coger bayas durante semanas.
Es por eso que los juegos como el profesor Layton funcionan tan bien. O los juegos de reflejos como el Tetris. Todos queremos retos.

Aquellos juegos que mejor exploten estas facetas serán lo que se lleven el gato al agua.

Porque en el fondo todos somos iguales y nos gustan las mismas cosas. Lo mismo que nos hacía disfrutar de niños.
Así ha sido y así será, porque por mucho que la sociedad cambie, en sus bases el ser humano funciona igual que hace cientos de miles de años.

Bendita Dopamina.

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