China y su 'prohibición' a los videojuegos

A finales del pasado mes saltó la noticia de que China levantaba la prohibición a los videojuegos. Una noticia que para lo que sirvió fue para catapultar las acciones de las japonesas Sony y Nintendo. Pero, ¿hay en realidad una prohibición a los videojuegos en China? En parte sí, pero a la práctica no ocurre prácticamente nada.

La noticia la dio el China Daily, un medio en inglés patrocinado por el propio partido único en el poder en China. La fuente fue muy vaga, apuntaba simplemente a que alguien cercano al Ministerio de Cultura había decidido levantar la prohibición. Como la opinión general es que en el gigante asiático cualquier acción lúdica está prohibida, rápidamente se habló de ello en Occidente. Pero en realidad no va a cambiar mucho. Los videojuegos nunca estuvieron realmente prohibidos a nivel de calle.

Lo que se dijo en aquel entonces es que las autoridades chinas se planteaban quitar la prohibición de jugar a los menores de 12 años. Pero mejor vamos a analizar qué es lo que ocurre en esa supuesta prohibición. En pleno año 2000, el negocio de las máquinas recreativas en China pasaba por un momento de gran crecimiento. Pero muchas de ellas eran ilegales o estaban en condiciones lastimosas, lo que para el Gobierno local significa que "ponían en peligro la salud de los jóvenes".

Es por eso que siete ministerios tuvieron que reunirse con un plan. Y ese plan dio lugar a la estrategia llamada "operación especial de los videojuegos en salones recreativos". Un pomposo nombre que en junio de aquel año llevó a una serie de restricciones en el mismo año que Playstation 2 asomaba en Japón.

 

Importación limitada en China

 

 

La Ley que originó dicho plan incluía necesidades relacionadas con la seguridad, los horarios de apertura y las restricciones en los salones recreativos. Y también se incluyeron diversas directrices para los cibercafés, a los que se les prohibió relacionarse con el juego online.

Pero en relación a las consolas fue bien diferente. El informe decía que "la fabricación y venta de equipos de videojuegos fabricados en China  y sus accesorios en China se paralizan automáticamente. Ninguna compañía puede tomar parte en ello. Con la excepción de la importación de videojuegos y accesorios a través de otras formas estrictamente limitadas".

Lo que quedaba bastante claro es que se quería alejar a los jóvenes de posibles daños y contenido poco saludable, pero no de prevenir su adicción. Lo importante del caso está en que se prohibía todo lo fabricado en China, pero no se paralizaba la importación. O lo que es lo mismo: eliminar los productos de dudosa calidad y con problemas.

 

La dura experiencia de Sony

 

 

Además, Sony lanzó de manera controlada Playstation 2 en 2004. Sólo dos ciudades pudieron acoger el lanzamiento de la consola en China, exactamente en Guangzhou y Shanghai. En lugar de hablar de videojuegos, presentaban la consola como un "sistema electrónico de entretenimiento".

El problema para Sony es que se prohibieron algunos juegos interesantes por ofender a la moral en China. Y que encima castigaron con fuertes impuestos de importación a la consola, algo común en esa parte del mundo. Una PS2 costaba unos 250 euros, el doble que en Estados Unidos. ¿Qué ocurrió? Al final, todo el mundo las compraba en el mercado negro de importación sin impuestos.

Este hecho fue tan dañino para las ventas de las consolas importadas en China que Sony ya ni siquiera se planteó lanzar PSP y Vita en China. Simplemente, dejaron que se hiciesen muy populares en el mercado negro con consolas compradas en Japón o Estados Unidos.

Sony no se ha rendido, igualmente. El pasado junio, Sony Computer Entertainment abrió en China, apoyados por el Gobierno local de Guangzhou. Y Playstation 3 logró aparecer en China de forma oficial.

No obstante, lo realmente destacable es que en cualquier mercadillo de informática y tecnología en China encuentras todas las consolas. Y que la prohibición puede parecer importante, pero que haya libertad o no, no influirá para nada. El problema está en las altas tasas que se paga en China por tener un producto de importación. Pasa lo mismo con coches, relojes o joyas. También con ordenadores. Al final, es más fácil recurrir al mercado negro.

 

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