Me acerco a un cambio de rasante, es mi última oportunidad, sólo me queda arriesgar ahí para poder adelantar al que llevo delante. Veo que de frente se acerca un camión de 8 ejes y 20 toneladas, pero tengo que intentarlo, es ahora o nunca. Piso a fondo, el motor V8 de 5,8 litros y 671 caballos de mi Shelby Mustang GT500 ruge como si no hubiera un mañana, cierro los ojos y cuando los vuelvo a abrir me veo entrando primero en meta. Lo he conseguido, esta sensación es única, irrepetible.
Una puesta de sol al lado del Cañón del Colorado me brinda la victoria, y cuando estoy a punto de irme con dos morenas impresionantes del brazo a celebrarlo... vuelvo a la realidad, a la dura y cruda realidad. Me acabo de despertar y soy consciente de que todo eso sólo ha sido un bonito sueño, algo que deberé dejar para cuando salga el nuevo 'Forza Horizon'. Que lástima...