En el mundo del desarrollo de videojuegos existe un concepto llamado 'crunch' al que todos temen. Especialmente el 'trabajador raso'.
'Crunch' es el nombre que recibe una época de máxima actividad laboral donde a casi todo el equipo de desarrollo le toca hacer mogollón de horas extras durante varios días con tal de cumplir los plazos y las tareas que tenían programadas. Es en época de crunch donde los litros de cafeína y Redbull suelen correr por las oficinas y me consta que en más de una empresa alguno se ha llevado su saco de dormir al trabajo. Y es que es durante esos días/semanas cuando el estudio se transforma en un lugar donde se come delante del ordenador y se necesita más ventilación en el ambiente.
Mal nos pese el 'crunch' es una realidad ampliamente aceptado en nuestra industria y debería ser evitada a toda costa. Los motivos por los cuales una empresa ha de entrar en modo 'crunch' pueden ser la mar de variados, ya sea por una mala planificación, por exigencias de última hora del publisher, por la mala gestión del productor, o simplemente por haber ido retrasando el desarrollo y tener que dar el callo en un estirón final.
Sea por lo que sea, como no tenemos sindicatos ni nada parecido, estas técnicas que en muchos casos rozan lo ilegal se siguen aplicando por el bien del proyecto en el que se trabaja ya que si no se llega a los plazos pactados peligra todo el organigrama y eso si que no se puede permitir. Como siempre, y por desgracia, siempre pringan los mismos cuando en la mayoría de las ocasiones la culpa la tienen los de arriba. Aunque no siempre es así claro.
En A Crowd of Monsters, por diversos motivos, estamos ahora mismo en nuestro primer crunch. Y aunque no es de los más duros que hemos vivido, lo afrontamos como los héroes afrontan sus batallas. Dejamos de lado nuestras vidas durante unos días por el bien un juego. ¿¡Merecerá la pena!? Seguro que sí.