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Microsoft acierta: Steve Ballmer se va al golf

Fue para el que escribe la noticia de la semana. Y sin embargo, una semana después de que Microsoft le enseñase la puerta a Steve Ballmer parece que no se ha levantado mucho polvo. Pero se trata posiblemente del gran cambio en Redmond. Nada que ver con lo del estreno de su Xbox y el despido de Don Mattrick. Amigable compañía la de Windows. Siempre dispuesta a cargarse a alguien cuando todo va mal.

Aun así, Ballmer es el tipo de personaje que tendría que caerme bien. No por su trayectoria en Redmond, sino por su historia personal. Muchos se preguntan cómo Ballmer llegó a lo más alto de los de Windows. Y fue por algo tan básico como que era el que llevaba la cerveza.

Bill Gates y él estudiaban juntos en la universidad. Mientras Gates se volvía loco con sus ordenadores, Ballmer era ese amigo que trae las cervezas, habla de ir a clubes de señoritas y suelta los mejores chistes. Ser el que llevaba la cerveza junto a Steve Jobs le llevó a acabar comandando Microsoft. Y viendo cómo le ha ido a Microsoft, quizás debían haberlo dejado para las cervezas.

El derrumbe del sistema operativo más usado de la historia y ese apaño que es Windows 8. La interfaz Metro y la falta de vista para meterse en el mercado móvil cuando ya no había espacio. Comprar Skype y sacar nulo beneficio. Y sobre todo desaprovechar la fantástica posición de Microsoft en el mundillo de los videojuegos para salvar al resto de negocios de la marca que estaban naufragando.

Todo en lo que Ballmer metió mano salió rana. Pero claro, ¿quién le iba a decir algo al colega íntimo de quien fundó la compañía? Al final, después de que haya hecho pagar sus errores a gente como Don Mattrick, por fin el propio Steve ha tenido que coger la puerta. 

 

El amigo que trae las cervezas

 

Un bonito ejemplo está encima de estas líneas. La película 'Los piratas de Silicon Valey' explica fielmente los inicios de Microsoft y Apple. Y en el clip que tenéis aquí se puede ver una recreación de quién era Ballmer cuando Microsoft estaba en pañales. Eso explica demasiadas cosas.

Seguramente, el bueno de Steve sea un tipo que te cae bien cuando vas a las fiestas. Siempre pone caretas, suda mucho y se altera. Sería como el Pepe Reina de la compañía. Si no fuese el jefe, claro. Porque en Microsoft se ha dedicado a lo que más le gusta, que es jugar. Y no jugar a Xbox 360, sino a darle al golf.

Las acciones de la compañía se hundían y Ballmer, haciendo honor a su nombre, se iba a darle a la pelota. Windows perdió su hegemonía y su prestigio. Ahora, han tenido que retirarlo. ¿Qué espera a la gente de Redmond? Esperemos que todo vaya hacia arriba.

 

Ballmer, ¿realmente tan malo en la intimidad?

 

Un tipo que llegó a lo alto de Microsoft de esta forma tendría que ser alguien agradable. Pero muchos de sus trabajadores lo tacharon de tirano. Tal y como relató uno de sus ex empleados en Business Insider, si perdías una apuesta por cinco centavos jugando al golf con él, Ballmer estaba una semana haciéndotelas pasar canutas. Menudo uno para no dejarle ganar.

Mucho talento se fue de Microsoft ante estas premisas. No ha sido un líder carismático, nunca supo coger al toro por los cuernos ni plantar cara cuando tocaba. El ejemplo clave es Skype. Tras acoger semejante negocio, con el músculo financiero de Redmond, el programa tenía que haber tocado el cielo.

Y ahí está Skype, que si bien no ha perdido fuelle, tampoco ha aportado nada nuevo. Además de que competencia de calidad cuestionable como Line le pisa los talones. En el tema de los videojuegos el panorama es similar.

 

Una encrucijada para Xbox

 

Don Mattrick

Don Mattrick, tras un gran trabajo con Xbox 360, tuvo que pagar el pato con Xbox One.

Y llegamos a lo que más nos interesa a nosotros. ¿Qué significa la marcha de Ballmer de Microsoft para el negocio de Xbox? Pues mucho. Primero de todo, limpia mínimamente el nombre de Don Mattrick, defenestrado al ser la cara visible de la defensa de Xbox One y su protección DRM, además de la obligación de estar siempre online.

Mattrick fue quien se encargó de desarrollar todo el negocio de Xbox 360. Lo mejor que ha hecho Microsoft en los últimos siete años. Luego, bajo el paraguas de Redmond, tuvo que defender un modelo de consola que se alejaba de los videojuegos. Una Xbox One con vídeoconferencia y demasiados artificios, pero que maltrataba a los jugadores.

Al entonces ingeniero jefe se le echó de la compañía. Pero quien quiso tirar de los videojuegos para levantar el resto de negocios de Microsoft fue Ballmer. Es más, los resultados de Redmond seguían en alza gracias al sector del entretenimiento, mientras Windows y demás hacían aguas.

Fue entonces cuando se habló de la convergencia entre todos los sistemas. Unificar a Windows, los sistemas para tabletas y móviles y Xbox en una misma interfaz, Metro. Y para más inri, incitar a los jugadores a que usaran otros productos de Microsoft.

¿El resultado? Una Xbox One que aún está detrás de Playstation 4. Porque se pensó como una máquina para todos los negocios de Microsoft. Y no sólo para jugar.

 

¿Qué va a cambiar en Microsoft?

 

Pues he aquí una de las incógnitas buenas. Sin duda, a Ballmer le han enseñado la puerta los accionistas, hartos de palmar pasta. Ahora puede cambiar todo, ¿pero cómo? En Redmond necesitan una figura visible potente, que sepa coger al toro por los cuernos cuando la situación lo requiera.

Yo, si estuviese en Microsoft, querría camelarme a Jeff Bezos, el fundador de Amazon, pero creo que le va demasiado bien comprando el Washington Post y vendiendo Kindle como para que quiera meterse en el berenjenal de Windows. Y como usuario de sus consolas, espero que el siguiente capo de Microsoft nos respete un poquito más. O todo el buen trabajo hecho con Xbox 360 se perderá en la próxima generación.

 

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